EL MAL USO DE LA RAZÓN

El genial pintor aragonés Francisco de Goya acompaña uno de sus Caprichos con la conocida sentencia: el sueño de la razón produce monstruos. El contenido de esta frase podría ser uno de los leitmotiv del pensamiento progresista de su tiempo, y hasta podríamos extender su validez a cualquier tiempo. En español, el sustantivo sueño tiene dos significados muy diferentes: de una parte es el efecto de dormir, como cuando decimos, «tiene un sueño ligero» y de otra, el efecto de soñar, así «he tenido un sueño horrible». No ocurre lo mismo en otros idiomas, como el inglés, que distingue «sleep», sueño de dormir y «dream», sueño de soñar.

La polisemia de la palabra española lleva con frecuencia a disparatadas interpretaciones de la sentencia del pintor de Fuendetodos. Así, se dice, erróneamente, que cuando la razón sueña produce monstruos. «Soñar», verbo y «razón» sujeto. Pero la razón no sueña, no puede soñar. El mundo onírico es incompatible con el mundo de la razón. La razón siempre se rige por el respeto a las leyes y principios de la lógica mientras que el sueño se abandona a la imaginación o al dictado del subconsciente que diría el psicoanálisis. El producto del sueño es caótico, el de la razón es ordenado y preciso conceptualmente. El sueño es dionisiaco, la razón es apolínea, en lenguaje nietzscheano. Por lo tanto, la razón no puede soñar.

Sin embargo, la razón si que puede dormir. Claro, dormir es una metáfora que hay que entender correctamente. La razón duerme cuando nos olvidamos de que existe como principio rector, se abandona y la sustituimos por principios irracionales como son los inspirados en la ignorancia, la superstición, el autoritarismo. Goya nos mostró en «Los Caprichos» una gran variedad de monstruos de este género, todos ellos producto, no de la razón soñadora del artista, sino de una razón muy analítica y crítica que caricaturiza y ridiculiza la sinrazón que tanto abundaba en la España de su tiempo.

Pero igualmente problemática es la razón autónoma que pretende bastarse por si sola como fuente de conocimiento. Es la razón dogmática de la metafísica prekantiana que pretende conocer la realidad desde conceptos e ideas puras, alejadas de la experiencia. No es ésta una razón soñadora, sino una bien despierta facultad que despreciando todo conocimiento empírico se lanza a la creación de mundos puramente racionales.

Hume primero y Kant después redoblaron su empeño para demostrar la inutilidad de tal conocimiento puro. No es que negaran el valor de la razón como facultad de conocimiento sino el mal uso que de ella se hacía en la creación de una metafísica dogmática. Cualquier conocimiento válido debe partir de la experiencia y la razón, como facultad superior, será la guía suprema en la constitución del mismo. De esta manera haremos un buen uso de la razón.

En la clase correspondiente trataremos de especificar cuál es el buen uso de la razón que se encuentra en el justo medio de los dos extremos que acabamos de apuntar: entre el descuido, el olvido de la misma y el abuso al considerarla autosuficiente. Esta concepción de la razón que actúa en estrecha colaboración con el resto de facultades de conocimiento será el punto de partida de una nueva manera de entender la filosofía a partir de Kant. Después del filósofo de Königsberg no encontraremos ningún sistema metafísico importante seguidor del modelo antiguo, pero sus inmediatos sucesores, avanzando por el camino abierto por Kant volverán de nuevo a construir otras metafísica que nos situarán en los comienzos del mundo contemporáneo.

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METAFÍSICA CARTESIANA

Es conocida la anécdota según la cual Descartes, sentado junto a una estufa, ajeno a las preocupaciones de la mayoría de jóvenes de su edad, descubre los fundamentos de lo que será más tarde su pensamiento original y la puerta de la filosofía moderna. No solamente nos importan ahora las cuatro conocidas reglas de su método, sino todos los presupuestos de los que surgirá el método y su especial concepción de la filosofía.

Fue en Ulm, pequeña ciudad junto al Danubio, la noche del 10 de noviembre de 1619 cuando el autor del Discurso del Método, pegado a la famosa estufa, tiene tres sueños sucesivos que interpreta como una invitación a la filosofía, actividad a la que va a dedicar fundamentalmente su vida. La interpretación de esos sueños trajo como consecuencia la solución a los problemas de carácter científico que por aquel tiempo le abrumaban.

  1. En primer lugar, Descartes quiere unificar todas las ciencias ya que cada una de ellas no son más que ramas de un único  árbol de conocimiento, de la “Mathesis universalis”, fruto de la razón única.
  2. Tras sus estudios en la Flèche y después en la Universidad de Poitiers, Descartes se encuentra confundido ante el escándalo de la ciencia y especialmente de la filosofía. Multitud de autores, opiniones, tipos de argumentación, criterios de verdad, etc. Tal situación debe corregirse radicalmente ya que las opiniones pueden ser múltiples pero la verdad sólo es una.
  3. Sólo hay una ciencia, si así puede llamarse, que no invita al escepticismo, las matemáticas. Pero, junto a la seguridad que muestran,  el creador de la geometría analítica observa la esterilidad de su contenido como aportación al conocimiento del mundo. Para qué sirven las matemáticas, se pregunta Descartes.
  4. Sin embargo, a pesar de la esterilidad de las matemáticas, algo aparece con enorme claridad. Se trata de un saber exclusivamente racional, es decir, de una ciencia construida sin el concurso de la experiencia sensible, sin la atención al mundo físico. El referente de las matemáticas son entes racionales, ideas. Su fortaleza procede, entonces, de la propia razón, de forma que cualquier ciencia que se construya sobre cimientos estrictamente racionales nos ofrecerá la seguridad de las matemáticas.
  5. Descartes es un escéptico a la fuerza. Si diez escuelas le presentan diez tesis diferentes como solución al mismo problema habrá que concluir que es imposible que las diez sean verdaderas y si lo es una de ellas no poseemos aún un criterio capaz de distinguirlas de las nueve restantes.
  6. Es por tanto necesario un buen criterio de certeza que aporte luz en nuestro caminar científico. Es posible que alcancemos pocas metas pero es preferible eso a llegar a muchas sin la seguridad de haberlas alcanzado realmente. Ese criterio no puede ser otro que el mismo que hace fuertes a las las matemáticas: la evidencia. Sólo lo que aparece claro y distinto ante la razón alcanzará el rango de verdadero.
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METAFÍSICA PLATÓNICA

En la última clase trazamos una introducción a la metafísica platónica presentando, como siempre, los esquemas de la explicación en formato de diapositivas. Seguramente, el contenido de las diapositivas pecaba de exceso de texto con la consiguiente dificultad para leerlo desde las últimas filas. Para solventar la situación acordamos presentar alguno de esos textos en este blog con el fin de que el que quiera lo pueda copiar y llevarlo a la clase.

Tratan estos textos de algunas consideraciones acerca de los motivos que pudieron impulsar a Platón a proponer el Mundo de las Ideas. Tiene que resultar extraño al lector o al alumno que se acerca por vez primera al pensamiento platónico la postulación de un Mundo diferente y superior al mundo físico en el que nos encontramos. El dualismo platónico tiene que llenarnos de asombro e incredulidad cuando oímos hablar de él por primera vez. Por eso creemos que es necesario dar vueltas en torno a esa postulación para no quedarnos simplemente en la superficie de esa magnífica concepción y ésa es la finalidad del material que presentamos adjunto a esta entrada. En la misma hoja figura un poema de Borges sobre la rosa. Las rosas de la literatura, fantásticas, casi eternas, nos conducen al arquetipo, a la Rosa de las rosas. Finalmente, Borges, citando a Coleridge, resalta el valor inagotable del pensamiento platónico que abre un camino por el que han transitado grandes pensadores a lo largo de la historia: «todos los hombres nacen platónicos o aristotélicos…»

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METAFÍSICA

A punto de terminar con las clases de antropología, presentamos la programación del nuevo bloque dedicado a la metafísica. Han resultado interesantes estas últimas sesiones en las que se ha tratado los temas de la motivación, la libertad y la muerte. No se puede decir que han sido excesivas las clases dedicadas al tema general del ser humano, tema inagotable de por sí, pero creo que han sido suficientes para descubrir elementos de reflexión que justifican sobradamente las 18 horas que hemos invertido.

La palabra “metafísica” no es precisamente fácil de definir o describir. Sin ser una palabra equívoca, su significado polisémico nos va a exigir una especial atención. Vamos a entender por metafísica, en el contexto de nuestra clase, el conocimiento del mundo que tenemos enfrente como objeto de conocimiento diferente de nuestro yo, pero en consonancia con el prefijo “meta” esta visión del mundo va a pretender ser siempre totalizadora y unificadora. Nos auxiliaremos de las ciencias, como siempre, y a partir de los datos que éstas nos proporcionen, trataremos de integrarlos en una visión general del mundo, del universo.

Decepciona el “poco profundo” origen del concepto «metafísica», creado a partir de la mera colocación de los libros que Aristóteles denominó “Filosofía Primera” después de los tratados de Física. Pero este anecdótico origen justifica la consideración de la metafísica como un conocimiento más allá de lo físico, de lo empírico, que se construye desde la base de ideas o conceptos puros. Contra este saber dogmático, como lo denominó Kant, han dirigido sus críticas numerosos autores como David Hume o el propio Kant que aunque dejó este saber tocado de muerte, resurgió, en otro estilo eso si, en autores tan importantes como Hegel, Heidegger, y otros.

Sin pretender ser excesivamente rigurosos con el concepto de metafísica, comenzaremos el tema ofreciendo la concepción del Universo, desde los pitagóricos hasta el Renacimiento pasando por Aristóteles, Ptolomeo y los árabes. Sería excesivo para nuestro escaso tiempo continuar con las teorías contemporáneas  y nos contentaremos con apuntes y sugerencias al hilo de la exposición.

Como ejemplos de metafísicas  consideraremos dos concepciones, una del pensamiento antiguo y otra del moderno, que no resultan tan complicadas como otras y son extraordinariamente sugerentes. Son las metafísicas dualistas de Platón y de Descartes. Analizaremos el Mito de la caverna platónico y leeremos fragmentos del cartesiano “Discurso del método”.

Precisamente en el momento más brillante de la metafísica racionalista aparece la figura destacada de David Hume cuya crítica dejará a ésta herida de muerte. Kant terminará casi definitivamente la empresa de su destrucción. No vamos a encontrar después de estos dos autores ningún ejemplo de metafísica al estilo antiguo o moderno, pero el pensamiento de amplios vuelos no tardará en mostrarse con más vigor si cabe sobre todo en centroeuropa. Haremos el esfuerzo de penetrar en el pensamiento de Hegel, principal representante del pensamiento romántico, aun siendo sabedores de su dificultad.

Y nos queda un tema, perteneciente a una metafísica especial, que durante muchos siglos ha constituido el centro de la filosofía. Se trata de Dios. ¿Qué sabemos de Dios? ¿Existe Dios? ¿Qué argumentos acerca de su existencia se han inventado a lo largo de la historia? ¿De existir, qué papel juega Dios en el mecanismo del Universo?

Al contrario que en las entradas anteriores, he preferido ir señalando los enlaces a textos para trabajar en clase sobre palabras del propio artículo, en vez de hacerlo al final como una sección especial. Pienso que todo queda más integrado de esta manera. Así pues, si encuentra alguna palabra o expresión resaltada, eso significa que es el enlace a un texto, página, etc. relacionado con el significado de la misma. Los materiales de los enlaces se irán introduciendo a medida que los vayamos necesitando.

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EL COMPORTAMIENTO HUMANO

En las dos últimas clases, con ayuda de la paleontología, tratamos de responder a la pregunta ¿de dónde venimos? También nos preguntamos si existe alguna realidad que se pueda identificar como lo que algunos filósofos, Platón, Descartes, denominaron alma o mente. Terminaremos este tema en la clase de esta semana.

Siguiendo en el contexto de la antropología nos preguntaremos por los rasgos específicos del ser humano y los compararemos con los de otras especies cercanas a él. Llamaremos a la puerta de la psicología para que nos ayude a comprender el comportamiento humano en su diversidad. Nos interesará, sobre todo, el comportamiento inteligente y aprovecharemos para indagar qué es eso que llamamos inteligencia, si es una facultad exclusiva del homo sapiens o también puede encontrarse en otras especies.

Unido a la inteligencia y el pensamiento se encuentra el lenguaje. Qué rasgos caracterizan el lenguaje humano. También los animales poseen lenguaje, pero ¿es cualitativamente semejante al humano? Pensamiento, lenguaje, cultura. Cómo se ha de entender la multiculturalidad.

Ofrecemos tres lecturas relacionadas con el tema

Recomendamos la lectura del capítulo VI, La mente, de «Filosofía básica», Nigel Warburton. Cátedra. «La naturaleza humana» de J. Mosterin. Se puede echar un vistazo a los «Principios de psicología» de J.L. Pinillos. Alianza. Precioso y refrescante «En el laberinto de la inteligencia» de Hans M. Enzensberger. Anagrama. En general para los temas de antropología, es útil repasar «Siete teorías de la naturaleza humana», de Leslie Stevenson. Cátedra. Y otros que citaremos en la clase.

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